¿Surfear en la Antártida? Hermanos argentinos llegan al extremo para promover la conservación marina
El dúo quiere que los gobiernos conserven la biodiversidad vulnerable de la región
Nadie confundirá esto con Hawái. Y sin embargo, los surfistas deben surfear. Durante el verano austral de 2023, los hermanos argentinos Julián y Joaquín Azulay recorrieron durante tres semanas las costas de la Antártida (sí, la Antártida) en busca de olas en las que surfear. Pero los hermanos y su pequeño equipo también tenían un motivo oculto: persuadir a los 27 miembros que componen la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) para que redoblen sus esfuerzos por proteger la próspera pero vulnerable vida oceánica de una de las regiones del planeta donde el calentamiento ha aumentado más rápidamente.
Para ayudar en este esfuerzo, los Azulay convirtieron su safari antártico de surf en un documental, “Antártida: Dominio Uno”, que se estrenó el 27 de agosto en Buenos Aires, Argentina.
Es la última de una serie de películas de surf que el dúo, que se hace llamar Los Gauchos del Mar, creó para llamar la atención sobre zonas remotas que se beneficiarían de la conservación.
Dominio Uno se refiere a una propuesta que se encuentra ahora ante la CCRVMA para establecer un área marina protegida (AMP) frente a la Península Antártica (Dominio 1 en los mapas de la CCRVMA) y el Arco de Scotia del Sur. El AMP de 460.000 kilómetros cuadrados (177.606 millas cuadradas) ayudaría a conservar zonas que incluyen hábitats de alimentación para ballenas, pingüinos y focas, además de importantes zonas de cría para el krill, un crustáceo diminuto que ocupa un lugar central en la cadena alimentaria del Océano Austral. El AMP prohibiría la pesca en algunas zonas y restringiría estacionalmente la pesca en otras.
En octubre, los miembros de la CCRVMA se reunirán en Hobart, Australia, para discutir la propuesta de AMP del Dominio 1 y debatir sobre la mejor forma de gestionar la pesca de krill en las gélidas aguas. Tras varios años de esfuerzos paralizados en la conservación de más zonas del Océano Austral, es importante que los países se pongan de acuerdo sobre el camino a seguir para establecer AMP y medidas de gestión de la pesca de krill que garanticen la protección de las especies marinas.
Esta entrevista se editó por cuestiones de longitud y claridad.
¿Qué fue lo primero que los llevó a combinar el surf con la conservación?
Julián: Nuestra carrera como cineastas empezó por casualidad. Cuando empezamos a rodar, nunca imaginamos que llegaríamos a formar parte de una comunidad tan creativa. El surf es un deporte que te enseña lo que significa enfrentarse a la grandeza y la belleza de la naturaleza. Te anima a comprenderla y respetarla. A medida que crecíamos como seres humanos, éramos cada vez más conscientes de los ecosistemas que nos rodeaban.
Nos dimos cuenta de que, desde nuestro pequeño aporte, podíamos poner la atención del público que nos seguía sobre los problemas medioambientales que encontrábamos durante nuestros viajes.
¿Pueden compartir con nosotros algunos de los aspectos más destacados de sus carreras?
Joaquín: En 2015, emprendimos una expedición terrestre de 53 días a lo largo de la Península Mitre, el extremo más sudoriental de Tierra del Fuego en Argentina, para documentar una zona que nunca antes había sido filmada. En aquel momento, una propuesta legislativa para proteger la zona llevaba 30 años paralizada en el ayuntamiento local. Nuestra película sirvió de llamada a la acción, y fue así que más de 164.000 personas firmaron una petición que presionó a las autoridades responsables, y ahora la zona está protegida permanentemente.
¿Y esperan repetir ese éxito con la CCRVMA?
Julián: Sí. Antes de esta expedición, desconocíamos las dimensiones territoriales y políticas de la Antártida, pero nuestro objetivo siempre ha sido crear contenidos que generen consciencia sobre cuestiones medioambientales. Este proyecto es único porque apoya directamente la creación de un área marina protegida, una causa arraigada en la responsabilidad global. En comparación con nuestro trabajo anterior, esta iniciativa tiene una mayor importancia política y ecológica, subrayando la necesidad crítica de proteger una delasúltimas fronteras prístinas del planeta.
La gente puede participar firmando una petición para apoyar la protección de las aguas de la Península Antártica.
Háblennos del surf. ¿Qué tal es en comparación con otros lugares más convencionales donde hayan practicado este deporte?
Joaquín: La Antártida no se puede comparar con ningún otro lugar del mundo en el que hayamos surfeado. Remoto, prístino salvaje, naturalmente imponente y alejado de cualquier tipo de civilización. Buscar olas en velero en un continente deshabitado no es fácil, sobre todo con el desafío constante del clima, enfrentando las tormentas más fuertes del planeta y surfeando en las aguas más frías que jamás hayamos experimentado. Dicho todo esto, encontrar una ola de clase mundial y dejarse barrenar, tal y como nos gusta, tiene un sabor realmente especial. Volveríamos e intentaríamos encontrar nuevas olas allí una y mil veces.
Antes de partir en busca de la ola más austral del mundo, ¿qué sabían sobre la Antártida?
Joaquín: Nuestro interés comenzó con la conexión entre la Antártida y el cambio climático, y los efectos del cambio climático en el continente blanco. Conectamos con el biólogo y conservacionista de la vida salvaje Rodolfo Werner , que ha dedicado su carrera profesional al estudio y la conservación del Mar Patagónico, el Océano Austral y la Antártida.
A través de Rodolfo, conocimos a fondo el trabajo que se está realizando para proteger esta región, en particular los esfuerzos para gestionar actividades como la pesca del krill y la importancia de establecer un gran área marina protegida que dé cobijo a numerosas especies y ecosistemas. También aprendimos el papel fundamental que desempeña la Antártida en la regulación del clima de la Tierra y cómo los cambios en esta región afectan a otras partes del mundo.
¿Lo preparó eso para las condiciones que encontraron allí?
Julián: Por lo que nos contó Rodolfo, éramos conscientes del clima extremo e impredecible al que nos enfrentaríamos, no solo en la Antártida, sino también durante la travesía del Pasaje de Drake. Pero una vez en la Antártida, incluso visitándola por primera vez, pudimos comprobar los efectos del calentamiento global, sobre todo al ver los desprendimientos de grandes masas de hielo marino y ríos de agua saliendo de los glaciares. Esto conectaba con lo que Rodolfo nos había contado sobre el impacto del aumento de las precipitaciones, y por sobre todo de la reducción del hielo marino, y el impacto de esto en una delas especies clave de la Antártida, el krill.
¡Y navegaron hasta la Antártida en un velero! ¿Cómo fue eso?
Joaquín: ¡Intenso y exigente! El mal tiempo y las duras condiciones nos llevaron al límite. Sobrevivir a tormentas con vientos terribles y temperaturas bajo cero, especialmente mientras filmábamos o practicábamos surf, exigió que tuviéramos una vigilancia constante contra potenciales riesgos como la hipotermia. Lahabilidad profesional y la fortaleza mental de todo el equipo fueron cruciales, y aprendimos mucho sobre cómo afrontar los límites físicos y psicológicos en un entorno tan extremo.
¿Qué aprendieron sobre la importancia ecológica de las aguas incluidas en la propuesta de AMP del Dominio 1?
Julián: La región es ecológicamente vital porque todo el ecosistema marino antártico depende del krill, y la pesca concentrada de krill es realmente preocupante. La zona se enfrenta además a otras amenazas relacionadas con el cambio climático, como son el deshielo de los glaciares, el desplazamiento de los hábitats y la posible introducción de especies invasoras de plantas y hongos, que ya se han documentado. La protección del Dominio 1 es esencial para la supervivencia de las especies autóctonas y el mantenimiento del equilibrio ecológico. Y, por supuesto, ¡para el bienestar de nuestro planeta! La Antártida es el aire acondicionado del mundo y desempeña un papel fundamental en la interdependencia de los ecosistemas.
¿Qué es lo más importante que aprendieron de este viaje, como cineastas, surfistas o promotores de la conservación?
Joaquín: Superar los límites físicos y emocionales en pos de un objetivo significativo puede conducir a un profundo crecimiento personal. Esta expedición reforzó la importancia que tiene la paciencia, el respeto y el trabajo en equipo. Surfistas y exploradores aprenden que, cuando hay un propósito mayor, como la conservación, la experiencia provee de más satisfacción, ofrece nuevas perspectivas y hay una mayor sensación de logro. Y este tipo de viajes más sentidos y significativos refuerzan nuestro convencimiento y compromiso respecto de la defensa del bien común y la conservación de especies y regiones del planeta.
¿Hubo algún momento que les pareciera inolvidable?
Julián: Toda la expedición. Este vasto y prístino continente permanecerá en nuestro recuerdo por el resto de nuestras vidas. El aspecto más difícil fue el clima, sobre todo las violentas tormentas. Un momento inolvidable ocurrió cuando Miguelito, nuestro operador de cámara sudafricano, recibió instrucciones de seguir filmando durante una tormenta que ponía en peligro la vida de todos. Momentos como estos, marcados por la supervivencia y el trabajo en equipo frente a la adversidad, quedarán profundamente grabados en nuestra memoria, en especial, porque exigieron una intensa concentración y resistencia.